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Gracias a los visitantes


En nuestra pequeña experiencia ya llevamos más de 3.600 visitas. Una buena meta que sin lugar a dudas no se esperaba. Lo mejor de todo es que estas visitas son de muchas partes diferentes, no solo de nuestro propio país, y lo cierto es que eso resulta muy gratificante.
Solo me queda decir esto: GRACIAS a todos por vuestra colaboración. Sin el ánimo y el apoyo de muchos no estaríamos donde estamos.


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Cuidamos el planeta

Cartel para ahorrar energía y cuidar el planeta


Varias clases del CEIP Amanecer estamos participando en un proyecto para cuidar el planeta.
Cada alumno que viene a clase andando colabora a reducir las emisiones de CO2.
Plantar árboles también ayuda a recudir estas emisiones, por ello en varias clases se están plantando encinas como las que mostramos en la fotografía, y además se están repartiendo cartelitos que se colocan en los interruptores de la luz para que ningún profe olvide apagar la luz al salir de clase.
También son muchas las clases que colaboran, echándole una mano al medio ambiente y reciclando en sus clases.

Por todo ello, ¡CEIP Amanecer cuida el planeta!

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Excrusión al Marq y al Palmeral

Se muestra la visita al Marq de Alicante, donde los alumnos descubrieron más sobre los íberos...
Los iberos o íberos fue como llamaron los antiguos escritores griegos a las gentes del levante y sur de la Península Ibérica para distinguirlos de los pueblos del interior, cuya cultura y costumbres eran diferentes. De estos pueblos escribieron Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón o Rufo Festo Avieno, citándolos con estos nombres, al menos desde el siglo VI a. C.: elisices, sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos, indigetes, castelani, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos, suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos y turdetanos.

Geográficamente, Estrabón y Apiano denominaron Iberia al territorio de la Península Ibérica.

Aunque las fuentes clásicas no siempre coinciden en los límites geográficos precisos ni en la enumeración de pueblos concretos, parece que la lengua es el criterio fundamental que los identificaba como iberos desde el punto de vista de griegos y romanos, puesto que las inscripciones en lengua ibérica aparecen a grandes rasgos en el territorio que las fuentes clásicas asignan a los iberos: la zona costera que va desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta Alicante, que penetra hacia el interior por el valle del Ebro, por el valle del Segura, gran parte de La Mancha meridional y oriental hasta el río Guadiana y por el valle alto del Guadalquivir. Desde el punto de vista arqueológico actual, el concepto de cultura ibérica no es un patrón que se repite de forma uniforme en cada uno de los pueblos identificados como iberos, sino la suma de las culturas individuales que a menudo presentan rasgos similares, pero que se diferencian claramente en otros y que a veces comparten con pueblos no identificados como iberos.

La primera referencia que se tiene de los iberos es a través de los historiadores y geógrafos griegos. Curiosamente, los griegos también llamaban iberos a un pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica, con los que, sin duda, no tienen ningún parentesco. Al principio, los griegos utilizaron la palabra ibero para designar el litoral mediterráneo occidental, y posteriormente, para designar a todos las tribus de la Península. También llamaban Iberia al conjunto de pueblos de la Península.


Pebetero contestano hallado en la necrópolis de Lucentum, conjunto arqueológico del Tossal de Manises, antigua ciudad ibero-cartaginesa-romana de Akra-Leuke o Lucentum, en Alicante, España. Actualmente en el Museo Arqueológico de Alicante.Las primeras descripciones de la costa ibera mediterránea provienen de Avieno en su Ora maritima, del viaje de un marino de Marsella mil años antes (530 a. C.):

La mayor parte de los autores refieren que los iberos se llaman así justo por este río,[2] pero no por aquel río que baña a los revoltosos vascones. Pues a toda la zona de este pueblo que se encuentra junto a tal río, en dirección occidente, se la denomina Iberia. Sin embargo el área oriental abarca a tartesios y cilbicenos.

Avieno, Ora maritima.
Apiano habla de pueblos y ciudades, aunque ya habían desaparecido en su época. También describe la parte más occidental de Andalucía. Estrabón hace una descripción de esta zona basándose en autores anteriores, y se refiere a las ciudades de la Turdetania, como descendientes de la cultura de Tartessos. En general, autores como Plinio y otros historiadores latinos se limitan a hablar de pasada sobre estos pueblos como antecedentes de la Hispania romana.

Para estudiar a los iberos, se ha recurrido, además de a las fuentes literarias, a las fuentes epigráficas, numismáticas, y arqueológicas.

A pesar de que estos pueblos compartían ciertas características comunes, no eran un grupo étnico homogéneo ya que divergían en muchos aspectos. No se sabe detalladamente el origen de los iberos, aunque hay varias teorías que intentan establecerlos:

Una teoría sugiere que llegaron a la Península Ibérica en el periodo Neolítico, y su llegada se data desde el quinto milenio antes de Cristo al tercer milenio antes de Cristo. La mayoría de los estudiosos que adoptan esta teoría se apoyan en evidencias arqueológicas, antropológicas y genéticas estimando que los iberos procedían de las regiones mediterráneas situadas más al este.
Otros estudiosos han sugerido que pueden tener su origen en el norte de África pero se corroboró que esta teoría era errónea. Los iberos inicialmente se habrían asentado a lo largo de la costa oriental de España y, posiblemente, más adelante se propagaron por todo el resto de la Península Ibérica.
Otra teoría alternativa afirma que formaban parte de los habitantes originales de Europa occidental y los creadores/herederos de la gran cultura megalítica que surge en toda esta zona, posiblemente, una teoría respaldada por estudios genéticos. Los iberos serían similares a las poblaciones celtas del primer milenio antes de Cristo de Irlanda, Gran Bretaña y Francia. Posteriormente, los celtas cruzarían los Pirineos en dos grandes migraciones: en el IX y el VII siglo a. C. Los celtas se establecieron en su mayor parte al norte del río Duero y el río Ebro, donde se mezclaron con los iberos para conformar el grupo llamado celtíbero.

La lengua ibera es una lengua paleohispánica que está documentada por escrito, fundamentalmente, en signario ibero nororiental (o levantino) y ocasionalmente en signario ibero suroriental (o meridional) y en alfabeto greco-ibérico. Las inscripciones más antiguas de esta lengua se datan a finales del siglo V a. C. y las más modernas a finales del siglo I a. C., o principios del siglo I d. C.

La lengua ibera, en sus diferentes variantes, se hablaba en la amplia franja costera que se extiende desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta Alicante, y penetraba hacia el interior por el valle del Ebro, el valle del Júcar, el valle del Segura y el alto valle del Guadalquivir hasta el río Guadiana como límite noroeste. Las inscripciones en lengua íbera aparecen sobre materiales muy variados: monedas de plata y bronce, láminas de plomo, cerámicas áticas, cerámicas de barniz negro A y B, cerámicas pintadas, dolías, ánforas, fusayolas, estelas, placas de piedra, mosaicos, etc. Es, con diferencia, la lengua paleohispánica con más documentos escritos encontrados, unos dos millares de inscripciones, que representan el 95% del total.

Los textos en lengua ibera se pueden leer razonablemente bien, pero en su mayor parte son incomprensibles, puesto que la lengua íbera es una lengua sin parientes suficientemente cercanos que sean útiles para la traducción de textos. No obstante, existe una teoría, el vascoiberismo, que en su versión extrema identifica la lengua ibera con la lengua vasca y debería traducir por tanto sin problemas los textos iberos, pero no lo hace, por esto y otros problemas, esta teoría no tiene ninguna credibilidad en el ámbito académico. Sin llegar a la identificación plena entre lenguas, muchos estudiosos de la lengua ibera reconocen ciertas afinidades entre la lengua ibera y la lengua vasca, o más correctamente, con su variante más antigua: la lengua aquitana, hasta el punto que para algunos, estas afinidades ya serían suficientes para afirmar que pertenecen a la misma familia. Estas afinidades son generalmente interpretadas como una influencia de tipo sprachbund más que como una muestra de parentesco filogenético.

Vídeo de la visita al MARQ


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